Descripción del proyecto

A menos de media legua al norte de Muriel de la Fuente, la limpísima y surgente laguna es el nacimiento, o nacedero, del río Abión que, después de regar y convertir en fértil huerta las vegas de la Tierra de El Burgo, cede sus aguas al río Ucero en la villa episcopal.

 

Las torcas y lagunas, que siempre han sido objeto de leyendas, se consideraron lugares propicios donde habitaban animales monstruosos, que solían acechar la orilla, siempre a la espera de algún viajero que se acercara a dar de beber a su caballo para abalanzarse sobre el pobre animal y tragárselo de un bocado. Otros seres fantásticos eran las ondinas, espíritus elementales del agua que con sus cantos y su belleza hacían perder la razón a algún joven incauto que se acercaba allí.